En una notable expresión de devoción y servicio desinteresado, más de 150 devotos del Reino Unido y Europa se reunieron en Kadiri para participar en una extensa iniciativa de Grama Seva. Su viaje no solo atravesó países y continentes, sino también corazones, conectando amor, humildad y una afinidad espiritual compartida con la gente del distrito de Sri Sathya Sai.
Este seva sagrado se extendió por 9 mandals, llegando a 44 aldeas y beneficiando directamente a más de 500 familias. Con corazones llenos de amor y manos dispuestas a servir, los devotos distribuyeron paquetes de raciones secas, junto con dhotis y saris envueltos en profunda reverencia, compasión y un sentido de responsabilidad sagrada.
En una conmovedora muestra de sencillez e inmersión, estos devotos extranjeros dejaron atrás la comodidad de los viajes con aire acondicionado y optaron por viajar en autobuses locales de la RTC, recorriendo estrechos caminos rurales y paisajes pintorescos, fundiéndose con la naturaleza y abrazando el ritmo de vida rural. Cantando alegres bhajans, disfrutando del verde entorno y compartiendo risas y oraciones, vivieron la vida de pueblo: recorriendo senderos rústicos, interactuando con los lugareños y sirviendo con humildad y alegría.
El pueblo religioso de Kadiri, donde se estableció el primer Sai Samiti en 1976, es el hogar de sevadales que constantemente están a la altura de las circunstancias, ofreciendo sus servicios como sevaks de primera línea cuando el contingente regular se reduce debido a circunstancias imprevistas.
En su discurso durante la ocasión, el Sr. RJ Rathnakar (Fideicomisario Gerente, SSSCT) destacó la profundidad del sacrificio y el amor. Mientras que un residente de Kadiri puede gastar tan solo media libra para llegar a Puttaparthi, estos devotos gastaron más de 1200 libras para realizar su peregrinación, un testimonio elocuente de su inquebrantable amor por Bhagavan y su compromiso con su misión.
Comparó bellamente el gesto de los devotos con el de sus queridos familiares que visitan sus hogares, afirmando que no han venido con las manos vacías. No solo vinieron con regalos materiales, sino con muestras de amor y corazones rebosantes de gratitud, abrazando a los aldeanos no como receptores, sino como a su propia familia: la «familia Sai».
Este Grama Seva fue mucho más que un acto de caridad: fue una reunión sagrada de la familia Sai global, una expresión viva de amor sin fronteras. Sirvió como un rotundo recordatorio de que, al servir a los más necesitados, realmente servimos al Señor.





