La Navidad en Prashanti Nilayam no se anuncia con copos de nieve ni con el bullicio de las luces de la ciudad; sin embargo, quien entra en esta morada sagrada se da cuenta al instante de lo que el mundo exterior se pierde. Aquí, en lugar de nieve, los frescos copos de Su gracia descienden silenciosamente sobre cada corazón, día tras día, momento tras momento.
Al caer la tarde suavemente sobre el ashram, Prashanti Nilayam se transforma en una visión de serena festividad. Luces de colores ondean por los senderos y pilares, no con una extravagancia ruidosa, sino con un brillo sereno que refleja la iluminación interior de la que Bhagavan solía hablar. Como estrellas cuidadosamente dispuestas sobre la tierra, las luces parecen susurrar el mensaje navideño que Swami reiteró una y otra vez: «Que la Luz del Amor brille en sus corazones».
Altos y majestuosos árboles de Navidad se erigen como silenciosos centinelas de alegría; sus brillantes adornos reflejan la devoción colectiva de corazones reunidos de todo el mundo. Los juguetones Papá Noel, colocados con esmero alrededor del ashram, traen sonrisas, recordatorios de que la alegría, cuando es pura e inocente, es en sí misma divina.
Esta no es una celebración ruidosa, pero sí vibrante, que enaltece el espíritu. No hay villancicos estridentes, pero el aire vibra con una silenciosa melodía de paz. Es el tipo de celebración que Bhagavan imaginó, donde la festividad no se mide por el sonido, sino por la quietud llena de amor.
Al caminar por el ashram, uno se envuelve en otro signo inconfundible de la Navidad: el rico y reconfortante aroma de pasteles recién horneados que emana de las cantinas. Estas sencillas ofrendas, preparadas con amor, transmiten la dulzura de compartir y altruismo que Cristo ejemplificó y Swami repitió con tanta belleza en sus discursos.
Los devotos, jóvenes y mayores, se mueven con un aire de alegre anticipación, esperando con ansias el tan querido Día de las Golosinas, cuando el amor se materializa en los regalos más pequeños. Porque aquí, los regalos no solo se reciben, sino que se sienten.
Bhagavan nos recordaba a menudo durante la Navidad que Cristo vino a despertar al Cristo interior: la chispa divina del amor, el sacrificio y la compasión. En Prashanti Nilayam, este mensaje no solo se habla, sino que se vive. Cada luz, cada decoración, cada rostro sonriente se convierte en una expresión de ese despertar interior.
Así que, mientras el mundo puede presumir de Navidades blancas y grandes celebraciones, Prashanti ofrece algo mucho más excepcional: una Navidad impregnada de gracia, envuelta en quietud y resplandeciente de amor eterno. Perderse esta Navidad es perderse la experiencia de la Navidad no como un evento, sino como una experiencia del corazón.


